La protagonista de Lunas eléctricas para noches sin
luna, novela de
Belén Gache, relata: "Para los festejos del Centenario,
nuestro país recibirá una serie de visitas de
representaciones diplomáticas, económicas y
culturales de países extranjeros. Se han organizado,
así mismo, una serie de recepciones de gala, funciones
teatrales, desfiles militares, inauguraciones de monumentos, un
tedéum en la Catedral e, incluso, una serie de
exposiciones internacionales que abarcarán disciplinas
como la agricultura,
la industria y
las bellas artes y
que se desarrollarán en distintos puntos de la ciudad.
(…) En los alrededores de la Plaza de Mayo han colocado una
serie guirnaldas de luces resaltando las líneas
arquitectónicas de todos los edificios. Cerca de la Casa
de Gobierno han
armado un lujoso palco desde el cual la Infanta Isabel
saludará al pueblo argentino". La Infanta llega a la
Argentina el 18 de mayo de 1910: "Los habitantes de Buenos Aires han
salido de sus casas y se han convocado en la Plaza de Mayo.
Criollos e inmigrantes, italianos y polacos, ricos y pobres se
han reunido todos en este día memorable" (2).
Carlos Molina Massey evoca, en su cuento "La muerte del
pingo" (3), un festejo patrio, en el que confraternizan nativos e
inmigrantes. Es el 25 de Mayo. En Mercedes se aprestan a
conmemorar la fecha patria: "En la plaza, embanderada,
había música y
cueterío. Desfile de escolares. Aglomeración de
curiosos. Por las calles jinetes gauchos paseaban
el lujo de sus fogosos caballos. Don Contreras realizaba su
programa anual
desde el almacén de
don Quintino, el portugués, situado en la esquina crucera
de la plaza. Allí tenía concentrada su gente. -A
ver, gringo: atále otra gruesa e cuetes a la cola el
colorao –ordenaba el bolichero. O si no: -Al escuro atale
una lata e kerosén vacida. Enloquecidas por las
deflagraciones, por el olor de la pólvora y el ruido de los
tachos, los potrillos de don Contreras obligaban a los peones, y
aun al mismo patrón que no rehusaba el número, a
soportar las más violentas bellaqueadas".
Francisco Montes es el autor de Leyendas y Aventuras de
Alpujarreños. En "El desafío" relata que, para
las fiestas patrias, en Malargue se realizaba una competencia de
doma. Un indio puelche desafía a un andaluz de
dieciséis años: "no se sabe en qué tris
fatal Miguel dio una voltereta en el aire y
cayó en pie. Un silencio espeso acogió el final
inesperado. El desafío había terminado. Miguel
saludó al
domador (cortesía indígena), reunió su
caballada y a sus secuaces y desapareció. Dicen que nunca
más volvió por aquellos pagos. El domador con
carita de extranjero, flaco, velludo y colorado, de ojos azules
era el mismo que desde las Alpujarras había llegado con
dos años de edad en la búsqueda de insondables
destinos. Y cuentan todavía en los fogones malarguinos el
gesto de un huaso chileno que había presenciado el
desafío, rico el hombre, que
había llegado con una tropill de alazanes y mulas de
alzada cordillerana. Montaba un caballo de leyenda con apero
chapeado en plata. Se acercó al jinete y
ofreciéndole las riendas de su montado, le dijo: -Tome,
joven. Este es mi regalo. El apero nada más valía
un Perú" (4).’
En Entre Ríos vivió su infancia
Máximo Yagupsky, quien relata, en diálogo
con Mario Diament: "como faltaban maestros y el gobierno no
podía afrontar ni la demanda ni el
presupuesto, los
jóvenes más instruidos de la colonia se
ofrecían como maestros. De modo que tomaban cursos
acelerados en la escuela que
allí teníamos – la ‘Alberdi’- y
de inmediato se abocaban a la enseñanza. Y pese a esta preparación
abreviada, la escuela ‘Alberdi’ produjo maestros de
gran calidad, algunos
de los cuales llegaron a profesores secundarios, lo que en ese
entonces era una cosa tenida en gran jerarquía. Mi
maestro, que se había graduado en la "Alberdi",
sabía que al llegar el 25 de mayo había que cantar
el Himno Nacional, porque ésas eran las instrucciones que
se le habían impartido. Pero el problema era que
habían aprendido la letra, pero no la melodía. De
modo que cantábamos el Himno Nacional con la
melodía del Hatikva, que era el himno
judío. Porque, en cierto modo (Hatikva
significa "esperanza") esto condecía con lo que eran sus
esperanzas: veían en la Argentina una Sion, la Sion de sus
sueños" (5).
Felipe Fistemberg Adler relata en sus memorias que, en
Moisés Ville, provincia de Santa Fe, "Cuando llegaban las
fiestas patrias, el pueblo se vestía de gala, las ventanas
lucían banderas azules y blancas y a la plaza San
Martín, en el centro del poblado, concurría toda la
población luciendo la escarapela y
manifestando con orgullo su agradecimiento a la nueva patria. Por
ser uno de los más altos, y seguramente porque mamá
me almidonaba para la ocasión el guardapolvo, ya en los
grados superiores las maestras me elegían abanderado, y
escoltado por otros niños
caminando entre aplausos y cálidas sonrisas nos
dirigíamos a la plaza. Las autoridades y los directores de
todas las instituciones
pronunciaban emotivos discursos. Se
cerraba el acto con un esperado reparto de golosinas entre los
chicos. Con premura, nos despojábamos de los guardapolvos
y corríamos al bosque de eucaliptos frente a la administración de la J.C.A. para ver y
participar de la fiesta popular que premiaba a los ganadores, con
ponchos, frazadas, camisas, camisetas o pantalones" (6).
Un acto escolar es una excelente oportunidad para destacar los
méritos de una alumna asturiana. Escribe Jorge
Fernández Díaz, el hijo de la inmigrante: "En esas
aulas mamá sintió por primera vez los dardos de la
discriminación. Todos preguntaban en la
escuela, con morbosa curiosidad, quién era esa
‘galleguita’, y sus compañeras, grandulonas y
maliciosas, se divertían burlándose de su
ignorancia y haciéndole la vida imposible". Entonces
intervenía la maestra: "La señorita Valenzuela, una
maestra cabal y de buen corazón,
las retaba con el puntero en la mano y trataba por todos los
medios que la
campesina se integrara. Pero no era tarea fácil". El
esfuerzo de la protagonista tuvo su premio: "Sé que
muchas de ustedes no están de acuerdo. Pero quiero
gratificar a esta alumna que no es argentina y que tanto
perseveró en aprender lo nuestro. Ninguna se
atrevió a contradecir a la señorita Valenzuela, y
mi madre llevó la bandera de ceremonias en un acto
cualquiera que sus tíos observaron uniformados, firmes y
solemnes, henchidos de orgullo y de argentinidad" (7).
En "20 de junio" (8), Luis León se refiere al
sentimiento patrio de un inmigrante: "El "vapor" que salía
de la bahía, lo llevaría hasta Marsella y de
allí uno distinto, ¿de qué tamaño o
color?, lo
dejaría finalmente en L´aryentina. Fueron
días extraños a bordo, que ahora él casi no
recordaba con precisión, conviviendo con algunos de las
decenas de hermanos sefaradíes que tomaron el mismo rumbo.
Nissim, Nissimiko como lo llamaba su abuela, arribó a
estas tierras un 20 de junio de la segunda década del
joven siglo XX. No sabía por qué la "djente"
se ponía una cintita celeste en su ropa y la colgaba en el
frente de algunas casas, pensó en una fiesta cristiana,
él no sabía muchos de eso porque venía de un
país musulmán y él mismo era judío,
los cristianos que había conocido no usaban esa cinta,
eran griegos y armenios, pero debía ser algo así:
esas cintitas le agradaron mucho, simpatizó con ellas
porque fue lo primero que reparó al recorrer las calles
del centro de Buenos Aires, al salir del puerto".
En La fuga, novela de Eduardo Mignogna distinguida con
el Premio Emecé 1998/99, se inaugura el Obelisco: "Eran
las dos de la tarde del sábado 23 de mayo de 1936, cuando
la banda terminó de tocar el Himno y el intendente De
Vedia dijo a la multitud un discurso donde
vaticinó que el Obelisco sería, con el correr de
los años, el alma de Buenos
Aires y el recuerdo más auténtico del día en
que la ciudad cumplió cuatrocientos años. Todos
estábamos muy juntos y mirando hacia el palco de las
autoridades que quedaba a los pies del Obelisco. Yo era uno
más entre tantos. Toleré un rato aquel discurso, y
ya estaba a punto de empezar a forcejear para mandarme mudar,
cuando descubrí a un costado al Francés que
me saludaba con una mano en alto y una indescifrable
expresión de ansiedad en el rostro. El hombre no
estaba solo. A su lado, una mujer alta y
bella de melena oscura lo abrazaba por los hombros" (9).
Notas
Espinoza, Enrique (Samuel Glusberg): "Mate amargo", en La
levita gris. Cuentos
judíos
de ambiente
porteño. Buenos Aires, BABEL.
Gache, Belén: Lunas eléctricas para noches
sin luna. Buenos Aires, Sudamericana, 2005.
Molina Massey, Carlos: "La muerte del
pingo", en Luis Gudiño Kramer, J. P. Sáenz y otros:
El cuento argentino 1930-1959* antología. Selección,
prólogo y notas por Eduardo Romano. Buenos Aires, CEAL,
1981. (Capítulo).
Montes; Francisco: "El desafío", en Leyendas y
Aventuras de Alpujarreños, en Unisex. Buenos
Aires, Bruguera. 163 pp.
Diament, Mario: Conversaciones con un judío.
Buenos Aires, Fraterna, 1986.
Fistemberg Adler, Felipe: Moisés Ville Recuerdos de
un pibe pueblerino. Buenos Aires, Milá, 2005. 112 pp.
(Testimonios).
Fernández Díaz, Jorge: Mamá.
Buenos Aires, Sudamericana, 2002.
León, Luis: "20 de junio", en SEFARAires
Nº38, Junio de 2005,
Mignogna, Luis: La fuga. Buenos Aires, Emecé,
2001. 216 pp. (Escritores argentinos).
Fiestas patrias de los inmigrantes
Gladys Onega dedica un capítulo de sus memorias a la
descripción de un festejo de la comunidad
italiana de Acebal, provincia de Santa Fe. Transcribo un
fragmento de ese capítulo, titulado "De cómo la
hija de los Onega llegó a cantar la Giovinezza":
"(…) llegado el 20 de septiembre, fui una bambina más
invitada a la fiesta de la Sociedad
Italiana para celebrar la gran fiesta de los italianos. (…) La
maravilla me cundió cuando llegamos al salón de la
Sociedad Italiana; no me bastaban los oídos para gozar de
‘faccetta nera, faccetta nera, bella abisinia’, ni
los ojos para ver lo que veía. Allí todo eran
banderas de seda, todo eran cocardas de papel crepe, todo eran
pendones colgados de lámparas, ventanas, puertas y
telón, todo eran cintas colgadas de las lámparas y
todo eran servilletas de colores que
honraban la patria italiana. Por obra de magia, el cine ya no era
el cine sino una piazza romana, nuestro conocido escenario de
matinés y noche no era escenario sino un gran palco y las
mesas hechas de tablones sostenidos por caballetes y cubiertos de
papel de blanco de panadería no eran tablones sino mesas
cubiertas de manteles adamascados".
"Cada primero de agosto –escribe Alejandro Stilman, a
partir de un informe de Pablo
Bizón y Diana Pazos-, en Colonia Esperanza, conmemoran el
aniversario de la Federación Helvética, la fiesta
patria suiza y, dos semanas más tarde, el nacimiento de la
Asociación Suiza Guillermo Tell. (…) Esta
‘pequeña Europa’,
integrada además por alemanes, franceses y belgas, a los
que se sumaron italianos, españoles, polacos, rusos,
checos, judíos y árabes, se fundó en 1856.
La llaman ‘la primera colonia agrícola organizada
del país’ " (2).
En la colonia Pigüe, fundada por cuarenta familias
francesas, se festeja "el 14 de julio, la fecha patria, que es
comienzo de la gran Semana de Francia" (3). "Mientras las
estrofas del Himno Nacional conmovían el corazón de
los judíos de Rajil, otro grupo de
inmigrantes arraigados a 130 km al norte de Bahía Blanca
ensayaba una versión a su manera: ‘Entendez mortels
le cri sacré/ Liberté, liberté,
liberté…’ Sólo que allí se cantaba
todos los 14 de Julio en conmemoración de la toma de la
Bastilla y era seguido por las notas de la Marsellesa. Con
desfiles, cañonazos, discursos y premios
artísticos, los franceses celebraban solemnemente su fecha
patria en Pigüé, un pueblito barroso de la pampa
donde todavía se agitaba el fantasma de las chuza indias"
(4).
Notas
Onega, Gladys: Cuando el tiempo era
otro Una historia de infancia en la
pampa gringa. Buenos Aires, Grjalbo, 1999.
Stilman, Alejandro (texto), Pablo
Bizón y Diana Pazos (informe): "Suizos Colonia Esperanza /
Santa Fe La vida en una pequeña Europa", en "COLONIAS Y
PUEBLOS DE LA ARGENTINA La ruta de los inmigrantes", en
Clarín, Buenos Aires, 7 de setiembre de 2003.
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos
(informe): "Franceses Pigüé / Pcia. de Buenos Aires
La colonia de la omelette gigante", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA
ARGENTINA La ruta de los inmigrantes", en Clarín,
Buenos Aires, 7 de setiembre de 2003.
Wolf, Ema (texto) y Patriarca, Cristina (investigación): La gran
inmigración. Ilustraciones: Daniel Rabanal. Buenos
Aires, Sudamericana, 1997. 6° ed. (Sudamericana Joven
Ensayo).
Fiestas tradicionales de los
inmigrantes
"Los primeros sábados de marzo, Colonia Caroya festeja
la Semana de la Vendimia que culmina con un almuerzo popular
sobre la avenida San
Martín al ritmo de danzas friulanas. En julio, la
Fiesta de las Comidas Típicas Caroyenses son la
oportunidad de saborear la polenta blanca con codeguín (un
chorizo hervido y picante), y la típica bagna cauda
(leche con
anchoas y ajo). En octubre, la Fiesta del Salame Casero, reafirma
su legendaria calidad" (1).
En Villa del Parque, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
se lleva a cabo la Bierfest, organizada por un colegio del
barrio. Escribe al respecto Pablo Hacker, en 2003:
"Más de 100 tanques de cerveza helada de
30 litros cada uno. Una enorme parrilla con 3.000 chorizos
asándose a las brasas. El olor penetrante y tentador del
chucrut casero. Cientos de tortas de chocolate y manzana,
exquisitos strudels. Música en vivo para todos los gustos,
desde un chamamé
hasta un rock & roll,
pasando por una marcha nupcial alemana. Y cerca de 3.500 personas
reunidas en una pequeña plaza en el corazón de
Villa del Parque. El resultado de la ecuación: una fiesta
barrial que generó felicidad, panzas llenas, y a
más de uno un poquito de resaca mañanera. La
12° edición
de la Fiesta de la Cerveza, organizada por el colegio
alemán Schiller el sábado pasado, fue un éxito a
pesar de la lluvia que obligó a cerrar los grifos de las
choperas una hora antes de lo que muchos hubieran deseado"
(2).
Entre los galeses, "Un histórico evento es, desde hace
109 años, el festival literario-musical de Eisteddfod, que
evoca las tertulias de los celtas. Hay dos versiones
patagónicas del Eisteddfod: en la segunda semana de
septiembre, el de la Juventud, en
Gaiman, y en octubre, el de Chubut, en Trelew" (5).
Los japoneses en la Argentina festejan el Natsu Matsuri
(Festival de Verano). Acerca del evento llevado a cabo en 2002,
encontramos esta información: "Como todos los años
la Fundación Cultural Argentino Japonesa invita a todos
los argentinos al "Festival de Verano" en el Jardin Japones
(Casares y Figueroa Alcorta ), siguiendo la costumbre japonesa de
realizar un festejo popular en cada estación del
año. Dos atardeceres recreando las disciplinas y
costumbres de la cultura
japonesa, música con bandas y tambores japoneses, danzas
tradicionales, artes marciales, desfiles de kimonos y feria de
comidas y artesanías japonesas". Habrá "una galeria
de arte y se
darán workshops de Sumie (pintura a la
tinta china).
También se podrá disfrutar de la exposición
Kokeshi Ten, Muñecas japonesas, cedidas por la embajada
del Japón",
shows culturales: danzas, demostraciones de artes, teatro,
música y audiovisuales con una pantalla de video gigante, el
show "Robotech Time" –"Espectáculo audiovisual con
sinfónica de 50 músicos que interpretarán
canciones de la famosa serie de dibujos
Robotech con proyecciones de la famosa saga"-, desfiles de
Kimonos y la colección Heiwa Uchi de la escuela de Roberto
Piazza, recitales de bandas de anime, pop y rock, exhibiciones de
artes marciales, Karaoke, Cosplay (concurso de disfraces) y "en
la cumbre Otaku se reunirán todos los fans clubes de
famosas series", exposición de Bonsái, masajes
japoneses y de relax gratuitos, Feria Artesanías y
artículos japoneses, platos de la gastronomía japonesa y oriental" (6).
"El 3 de marzo es el ‘día de las
niñas’ o hina matsuri: se exhibe una
colección de muñecas que representan la antigua
corte imperial y la presencia del bambú garantiza
fortaleza y flexibilidad en las futuras mujeres" (7).
"La fiesta de los niños se celebra el 5 de mayo, cuando
se muestran figuras de muñecos representando
samurais y se comen bizcochos especiales" (8).
Notas:
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos
(informe): "Italianos Colonia Caroya / Córdoba Los sabores
artesanales del Friuli", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA ARGENTINA
La ruta de los inmigrantes", en Clarín, Buenos
Aires, 7 de setiembre de 2003.
Hacker, Pablo: "El barrio festejó con cerveza, chucrut
y baile", en Clarín, Buenos Aires, 19 de noviembre
de 2003.
Maier Schwerdt, Héctor y Melchior, Julio César:
Antiguas tradiciones de los alemanes del Volga.
Barragán & Asociados.
S/F: "La fiesta de ‘Kerb’ ", en La Prensa,
Buenos Aires, 7 de junio de 1998.
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos
(informe): "Galeses Gaman / Chubut Una fiesta de té con
torta y literatura", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA ARGENTINA La
ruta de los inmigrantes", en Clarín, Buenos Aires,
7 de setiembre de 2003.
S/F: "AGENDA Natsu Matsuri (Festival de Verano)", en www.global-art.com.ar,
Febrero de 2002.
Alvarez, Marcelo y Pinotti, Luisa: A LA MESA Ritos y retos
de la alimentación argentina. Buenos Aires,
Grijalbo, 2000.
ibídem
Las Fiestas del Inmigrante se realizan en muchas localidades,
y agrupan a quienes llegaron de otras tierras, a sus
descendientes y a los nacidos en el país que los
recibió. Me refiero a algunos de estos festejos:
El 8 de septiembre de 2002 tuvo lugar en los jardines del Ex
Hotel de Inmigrantes la Fiesta de
las Colectividades. Semejante a la que se realizó otros
años en el Rosedal, incluyó la presentación
de conjuntos
folklóricos de diferentes comunidades, la venta de productos
típicos y la degustación de comidas regionales,
así como también el obsequio de posters y
folletería. En esa oportunidad, el profesor Jorge
Ochoa de Eguileor, la arquitecta Seró Mantero y sus
colaboradores presentaron más material del Museo de la
Inmigración.
En Berisso se llevó a cabo una nueva Fiesta del
inmigrante. Acerca de la realizada en 2004, leemos: "La emotiva
jornada se vivió en la capital provincial del inmigrante,
con motivo del tradicional desfile que, como sucede desde hace 27
años, volvió a reunir a miles de descendientes de
aquellos trabajadores que poblaron estas tierras y forjaron la
Nación.
El encargado de dar las palabras de bienvenida fue el Presidente
de la Asociación de Entidades Extranjeras, Jorge Pagano,
quien estuvo acompañado por el gobernador Felipe
Solá y los intendentes de Berisso y Magdalena, Enrique
Slezack y Fernando Carballo. En tanto, se presentó en
público, la nueva Reina del Inmigrante, la joven Roma Nerea
Bergonzi (colectividad italiana), quien se mostró muy
emocionada. Lo mejor de la jornada fue, el desfile de las
distintas colectividades, que desde hace años constituye
el broche de oro de la
Fiesta del Inmigrante. (…). El cierre del tradicional desfile
estuvo a cargo de instituciones civiles y tradicionalistas. La
emotiva jornada concluyó con un festival y con un show de
fuegos artificiales" (1).
Se acerca una nueva Fiesta del Inmigrante en Oberá,
Misiones, una fiesta que reúne a inmigrantes llegados de
otros continentes y de países limítrofes: "Del 3 al
17 de septiembre (a excepción de los días 5 y 12
que serán de descanso), se realizará la XXVI Fiesta
Nacional del Inmigrante en Oberá. Los atractivos
serán varios, y entre ellos se cuenta un stand atendido
por personal del
Ministerio del Interior que proporcionará
información a quienes buscan sus orígenes,
además de un mini "jurasic park" con especímenes de
dinosaurios en
escala,
encontrados en la Patagonia
argentina. La incorporación de la colectividad checa y la
construcción de un helipuerto son
también, novedades para este año. "Hemos analizado
la situación de prolongar durante 14 días la
fiesta, tal cual el año pasado y se decidió
organizar mejor, de manera tal, que los visitantes tengan
más espacio en el tiempo para apreciarla", dijo Julio
Barchuk, presidente de la Federación de Colectividades.
(…) Barchuk también dijo que el 29 de mayo
viajarán a Buenos Aires, invitados por el Canciller Rafael
Bielsa a efectos de exponer en lo que será la
conformación de la Asociación Nacional de
Colectividades. "Esto es muy importante para nosotros, teniendo
en cuenta que nos abrirá las puertas a contactos con el
exterior u otras organizaciones
que implique el acercamiento a las colectividades y sus paises de
origen", apuntó. Entre los números que están
evaluando para la edición de este año, se analiza
traer a los Tucu Tucu, Fito Paez, la Mona Jiménez,entre
otros" (2).
Notas
S/F: "Fiesta del inmigrante BERISSO Y LAS COLECTIVIDADES", en
La Gran Capital, Número 76, octubre de 2004,
www.lagrancapital.com.ar.
S/F: "Ya está en marcha la Fiesta del Inmigrante", en
Oberáonline, 17 Mayo de 2005,
www.oberaonline.com.ar.
En 1996, en el marco de las Jornadas Patrióticas
Gallegas, los inmigrantes de ese origen y sus descendientes
celebraron el 17° aniversario del Centro Galicia de Buenos
Aires, con una Gran Romería en el "Campo Galicia". La
jornada se inició con una misa solemne y procesión,
luego hubo danzas gallegas a cargo de los grupos que
integran la escuela del Centro Galicia y actuación del
grupo de gaitas del Centro Galicia. Más tarde se
llevó a cabo el almuerzo "17 aniversario" y, finalmente,
el baile con la participación de renombradas orquestas de
la colectividad gallega y española (1).
"Entre las costumbres curiosas de los galeses existía
la de celebrar conciertos-exposiciones que atraían la
concurrencia de hasta siete leguas a la redonda. Estos festivales
(eistedvod) duraban largas horas –se almorzaba en el
intervalo- con programas
variados: canto declamación, concursos poéticos y
exhibición de artesanías elaboradas por los
colonos. Un jurado repartía modestos premios. A veces una
distinción; otras, una pequeña suma de dinero. La
Navidad, el
Año Nuevo y la Fiesta de Desembarco –28 de julio,
aniversario de la llegada al Chubut- motivaban estos encuentros a
los que asistían hasta seiscientas personas" (2).
"La Cofradía Mundial de los Caballeros de la
Omelette Gigante con sede en Pigüé, tiene su gala
el primer domingo de diciembre. Se calienta la sartén de
cuatro metros de diámetro, se rompen 14 mil huevos, se
incorporan 30 litros de aceite y con
remos y rastrillos se hace la monumental omelette. A la colonia
le sobran celebraciones: (…) en diciembre, la fiesta de la
fundación. (…) En octubre de 1884, en Burdeos, cuarenta
familias oriundas de Aveyron –en el sudoeste
francés- abordaron el barco que los trajo a Buenos Aires.
El 4 de diciembre arribaron a esa antigua tierra mapuche y para
nombrar a la colonia adoptaron una de sus voces:
pi-hue, que significa ‘lugar de encuentro’. No
se equivocaron aquellos pioneros al tomar ese nombre.
Había encontrado su lugar" (3).
"Admirables sinagogas, exquisiteces tradicionales y
celebraciones milenarias ambientan el paisaje de Moisés
Ville, la primera colonia judía agrícola que se
fundó en 1889, al noroeste de Santa Fe. Los inmigrantes
venían de Kamenetz, Podolia (hoy Ucrania), región
de la ‘Zona de residencia rusa’. (…) Todo el pueblo
se reúne en las fiestas patronales (24 de setembre, y en
el Aniversario de la Colonia, en octubre" (4).
"Todo empezó el 3 de octubre de 1964 –escribe
Mónica Beltrán-. El presidente argentino Arturo
Illia y su par de la República Francesa, general Charles
De Gaulle, firmaron en Buenos Aires un acuerdo de
cooperación cultural, científico y técnico.
Dos días después, el jefe de Estado
francés, en visita oficial al país, colocó
en un terreno de más de una hectárea la piedra
fundamental de lo que hoy es el Liceo Franco Argentino Jean
Mermoz, en el barrio de Belgrano. (…) La última semana
los casi 1.600 alumnos del Liceo organizaron diversas actividades
para festejar los 30 años: los chicos de jardín y
preescolar
soltaron en el patio cientos de globos con los colores de la
bandera francesa; los de primaria bailaron el pericón y
los más grandes exhibieron sus investigaciones sobre la
vida del piloto Jean Mermoz, que prestó su nombre a la
escuela" (5).
"El Club Portugués , en el barrio de Isidro Casanova,
reconoce como orígenes fundantes la migración
de un grupo de familias durante la dictadura militar
de Antonio Oliveira Salazar (entre 1933 y 1968), que se
instalaron como quinteros, horneros y comerciantes en el
área metropolitana, especialmente en el partido de La
Matanza. (…) El aniversario del club se conmemora con platos
típicos como la sopa de conquilhas, la cazuela de pulpo
con salsa bechamel y salsa de pimientos, y como postre: helado de
crema portuguesa con dulce de almendras" (6).
El Boletín N" 1 (7) de la Familia
Lombarda de Paraná informa que "En el marco de los
festejos por el 140º Aniversario de la Sociedad Italiana en
Paraná, se realizó una Convocatoria a formar todas
las familias correspondientes a las distintas regiones de
Italia en
nuestra Ciudad. Se convocó a los descendientes de la
Región de Lombardía en fecha 13/12/04. En dicha
Reunión –con notable concurrencia – nos
conocimos y en otros casos reencontramos, familias de lombardos e
intercambiamos opiniones sobre la factibilidad de
formar la Familia Lombarda.
Se acordó comenzar con un Censo y con la confección
de los futuros Estatutos de la Sociedad. Además se
trató la posibilidad de elaborar un Boletín –
como el presente – a fin de hacernos conocer y convocar a
otros descendientes de lombardos. También se hizo
hincapié en la voluntad y necesidad de rescatar las
tradiciones de nuestros ancestros a través de historias,
recetas, recuerdos, etc. En posteriores reuniones se
avanzó en estos objetivos y
nos estamos preparando para participar de los distintos Actos
programados para la Conmemoración de los 140º
años de la Sociedad Italiana".
El Boletín N° 2 (8) informa que el 27 de abril de
2005 se realizó "en la Sede de la Sociedad Italiana de
Socorros Mutuos un café
literario, en el marco de los festejos por el 141º
Aniversario de la creación de la misma, y destinado a la
participación de las diferentes regiones de descendientes
de italianos que estuvieran constituyéndose en nuestra
ciudad".
Notas
S/F: "Jornadas Patrióticas Gallegas", en Viajero
Celta. Año I, N° 9. Buenos Aires, Julio de
1996.
Wolf, Ema (texto) y Patriarca, Cristina
(investigación): La gran inmigración.
Ilustraciones: Daniel Rabanal. Buenos Aires, Sudamericana, 1997.
6° ed. (Sudamericana Joven Ensayo).
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos
(informe): "Franceses Pigüé / Pcia. de Buenos Aires
La colonia de la omelette gigante", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA
ARGENTINA La ruta de los inmigrantes", en Clarín,
Buenos Aires, 7 de setiembre de 2003.
Stilman, Alejandro (texto), Pablo Bizón y Diana Pazos
(informe): "Judíos Moisés Ville / Santa Fe Los
colonos que vinieron de Ucrania", en "COLONIAS Y PUEBLOS DE LA
ARGENTINA La ruta de los inmigrantes", en Clarín,
Buenos Aires, 7 de setiembre de 2003.
Beltrán, Mónica: "LOS TREINTA AÑOS DEL
LICEO FRANCO ARGENTINO Un colegio con acento francés", en
Clarín, Buenos Aires, 26 de septiembre de 1999.
Alvarez, Marcelo y Pinotti, Luisa: A LA MESA Ritos y retos
de la alimentación argentina. Buenos Aires, Grijalbo,
2000.
Familia lombarda de Paraná: Boletín N° 1,
.
Familia Lombarda de Paraná: Boletín N° 2,
Abril de 2005. csaboldelli[arroba]hotmail.com.
Los avatares de las contiendas se vivían con gran
tristeza Lo recuerda en una entrevista
María Trepicchio de Danna, a los 101 años: "Ah, la
Primera Guerra se sufrió mucho porque todos los
inmigrantes tenían a sus familiares en Europa". La ayuda a
los damnificados no se hizo esperar: "Con el Círculo de
Damas Francesas tejí para los soldados partidarios de De
Gaulle". Cuando la guerra llega a su fin, también en la
Argentina festejan: "la paz se celebró con locura, en casa
entonamos La Marsellesa aquel día, con la bandera
desplegada en el living" (1).
La pequeña descendiente de irlandeses que protagoniza
Secretos de familia, novela de Graciela Beatriz Cabal,
relata: "Mi papá no va a la guerra porque la guerra se
acabó. Como ya no hay guerra, todos están contentos
y salen a la calle y se abrazan, igual que si fueran parientes.
Entonces mi tía la soltera se hace la simpática y
pide que me vistan de cumpleaños, que ella y yo nos vamos
a parrandear. Mi mamá me pone la blusa de los perritos
colorados, que está recién lavada, y los zapatos
nuevos de charol, que no se limpian con pomada sino con manteca,
porque son carísimos. Mi tía la soltera, que es muy
copiona, también quiere estrenarse algo y se estrena una
banana. Pero no una banana de comer: una banana para ponerse en
la cabeza, con horquillas. (Rellena con pelo de muerto
está la banana, pero eso a ella no hay que
contárselo nunca jamás para que no vomite, dice la
Felisa). Yo quiero y quiero ir de parranda al Zoológico, y
andar en elefante y en trencito y comer barquillos. Mi tía
la soltera quiere y quiere ir de parranda a la confitería,
a tomar copetín con papitas, aceitunas y otras cosas que
hacen mal a la salud" (2).
Afirma Carlos Szwarcer, en su trabajo "El Café Izmir":
"Pasaron los años y el Café lzmir se
consolidó como referente de la colectividad. La Segunda
Guerra Mundial agitaba los ánimos de sus habitués y
sus paredes pintadas con arabescos —dibujos de palmeras y
siluetas orientales que simulaban las Mil y una Noches—,
eran parcialmente cubiertas por banderas de los países
vencedores de la contienda" (3)
Escribe Felipe Fistemberg Adler, en la evocación de sus
años en Moisés Ville: "Cuando la noticia de la
finalización de la Segunda Guerra Mundial llegó al
pueblo, y el triunfo de los aliados nuevamente traía
esperanza al mundo, el Pueblo Judío quería
festejar. Pero no era fácil pensar en festejos. No
había nadie que no guardara luto por algún ser
querido. Toda mi familia esperaba diariamente recibir alguna
noticia de algún pariente afortunado. Pero no fue
así: abuelos maternos, tíos, primos, y todos los
demás sin un lugar donde ir a llorarlos. Las autoridades
del pueblo entendieron que somos la "Zarza que Arde y no se
Consume" y que debíamos sobreponernos a la masacre y
pensar que el día llegaría y el Pueblo Hebreo
retornaría a su tierra ancestral, la Tierra de
Israel. Hicieron un llamado al pueblo e inmediatamente
aparecieron donadas siete gordas vaquillonas, pan, bebidas,
frutas y muchísimos voluntarios para organizar un asado
gratuito y colectivo que permitiera a toda la población
festejar el fin de la guerra. El shoijet (matarife), los
carniceros y los ayudantes trabajaron como nunca. Al
espectáculo de tamaña envergadura asistió
una inusitada concurrencia" (4).
Notas
Muzi, Carolina: "El siglo que yo vi", en Clarín
Viva, 26 de septiembre de 1999.
Cabal, Graciela Beatriz: Secretos de familia. Buenos
Aires, Debolsillo, 2003. 280 pp.
Szwarcer, Carlos: "El café Izmir", en Todo es
historia, N° 422, Septiembre de 2002.
Fistemberg Adler, Felipe: op. cit.
Inicio de
la Guerra de las Malvinas
El festejo del inicio de la Guerra de las Malvinas irrita a un
inmigrante italiano. En su testimonio "16 de Junio de 1982",
escribe Marili Flores: "Esas idas a la Pza. Ramírez
con la gurisada del barrio en mi Citroen en manifestaciones
multitudinarias con vinchas y banderitas celestes y blancas se
convertían ese atardecer en la violada utilería de
una puesta de teatro del absurdo y nosotros, actores que
grotescamente festejábamos un conflicto
bélico. Esos bocinazos me aturdían, ahora. Esos con
los que, estertóreamente expresábamos en
patrioterismo de mundial de fútbol
la dramaturgia horrorosa de una guerra. Lo que me impidió
entenderlo al Nonno Juan, cuando en el asado de aquel domingo me
preguntaba en su cocoliche, "ma caraco que festeca?! Una guera?"
y pensé, cincuenta años en este país, pero
no es argentino, no entiende . Esa tarde sentí al Nonno,
creciendo otra vez desde su sabiduría, desde mi dolor"
(1).
Notas
1 Flores, Marili: "16 de junio de 1982", en
www.elmuro.com.
Creación e independencia de Israel
En Buenos Aires, en 1948, transcurre uno de los
capítulos de Hija del silencio, novela de Manuela
Fingueret. Ella escribe: "La viabilidad de un Estado judío
formaba parte de esas discusiones que para ella quedaron truncas,
pero era también un espacio de sueños que algunos
llevaron adelante como bandera de lucha, un lugar de encuentro
para los que pudieron pensar antes o después de los campos
de la muerte. Para Pinie, el sionismo se fue convirtiendo en el
motivo central de su existencia. No es un tema que discuta con
ella, porque no se muestra
interesada en ello, aunque verlo tan entusiasmado la conmueve.
Van llegando los amigos justo en el momento en que se transmite
la votación en las Naciones Unidas.
El grito de júbilo final, las lágrimas de todos
producen en Tínkele una emoción nueva, que en estos
años le resulta más fácil empezar a sentir.
Pinie se acerca a la cómoda oscura y
saca del tercer cajón un talit brillante de seda. Se
coloca el sombrero, abre el libro de oraciones, y con la voz
enronquecida por la emoción reza: ‘Baruj ata
adonai eloeinu adonai ejad’ " (1).
Luis León se refiere a los festejos de la independencia
de Israel (2): "Un gran acto en el cine Villa Crespo de
Corrientes al 5500, reunió a centenares d personas, aunque
el acto central fue organizado en el estadio Luna Park.. En esa
ocasión, un número importante de
djidiós de Villa Crespo concurrieron al acto en
bañaderas (2), desde las que exteriorizaba
su entusiasmo. Desde temprano, se formó una columna en que
se destacaban los jóvenes, reunidos alrededor del
mástil que en esa época se alzaba en el encuentro
de las avenidas Corrientes y Canning (1), recuerda "L".
"Desde el balcón del quinto piso de uno de los escasos
edificios de altura de esa época, mi abuela, gritaba
alentando a la muchedumbre sin reflexionar si era o no escuchada
por ellos. Yo que tenía seis años, iba y
venía sobre mi triciclo haciendo sonar el timbre del
manubrio, por simple entusiasmo de ver a mi abuela en esa
actitud.
Cuando la columna fue numerosa y comenzó a marchar hacia
el centro, ella corrió hacia el ropero, extrajo una gran
bolsa de confites de almendra y los arrojó hacia abajo a
la gente, fina y cara costumbre que reservaba exclusivamente para
los grandes acontecimientos, especialmente los nacimientos".
(1) Actual calle Scalabrini Ortiz / (2) Tipo de
vehículo colectivo de la época, con techo de lona
para plegar en días soleados, denominado así por la
gente de la ciudad debido a la forma de la carrocería.
Notas
Fingueret, Manuela: Hija del silencio. Buenos Aires,
Planeta, 1999.
León, Luis: "Recuerdos de la partición", en
SEFARaires, N° 13, Mayo de 2003.
Los cumpleaños se festejaban en la colectividad
italiana con manjares caseros. Lo recuerda María Luisa
Cuccetti, en una entrevista. Cumplidos ya los cien años,
relata: "La Boca era un lugar muy lindo a principios de
siglo, lleno de inmigrantes y marinos genoveses. Los
cumpleaños se festejaban con pastelitos y chocolate
caliente" (1).
Uno de los gallegos de Frontera Sur, novela de Horacio
Vázquez-Rial, festeja su cumpleaños. Dice la hija:
"Todavía hay mucho que hacer para esta noche. Es una
fiesta muy grande -explicó desde la puerta-, muy
importante para nosotros. Mi padre no se lo habrá dicho,
pero, amén de la Nochebuena, celebramos su
cumpleaños. Y va a estar todo el mundo. Todos los
hermanos, y todos los huéspedes, y todos los amigos, que
alguna vez fueron huéspedes también. (…) Siempre
llega gente de allá, de Galicia, y no la va a dejar en la
calle, ¿no?" (2).
Entre los japoneses, "Los cumpleaños son muy
festejados, pero sobre todo en las siguientes edades: 13, 25, 37,
61, 73, 85, 88 y 99 años" (3).
Notas
Muzi, Carolina: "El siglo que yo vi", en Clarín
Viva, 26 de septiembre de 1999.
Vázquez-Rial, Horacio: Frontera Sur. Barcelona,.
Ediciones B, 1998.
Alvarez, Marcelo y Pinotti, Luisa: A LA MESA Ritos y retos
de la alimentación argentina. Buenos Aires, Grijalbo,
2000.
Pervive en América
la costumbre española de comer doce uvas al tiempo que
suenan las campanas en el nuevo año. Silvia Pisani (1) y
Rodolfo Ranni (2), quienes lo intentaron en Europa, coinciden en
señalar la imposibilidad física de llevarlo a
cabo.
Narra el protagonista de Hermana y Sombra, novela de
Bernardo Verbitsky, hijo de inmigrantes rusos: "el 1° de
enero de 1919 nos encontró juntos. Se brindó con la
bebida de rigor, cuando nos aseguraron que se estaba oyendo la
ronca sirena de ‘La Prensa’;
también yo creí distinguir entre el
estrépito creciente el lejano zumbido que efectivamente
llegaba desde Plaza de Mayo hasta Flores y el resto de la ciudad.
Y allí se desencadenó con mayor fuerza la
acostumbrada recepción a balazos, que por primera vez
oí, o la primera que recuerdo, aumentando el estruendo de
cohetes, gritos, bocinazos, a todo lo cual sumamos una modesta
contribución de ruidos, golpeando con palos un
fuentón de cinc de los que se usaban para lavar ropa.
Vimos cómo partían oblícuamente hacia la
altura las rojizas huellas de los tiros que prodigaban los
energúmenos de la casa de al lado. Mamá se tapaba
los oídos calificando todo eso de salvajismo. Al
día siguiente leímos en el diario que en varios
lugares de la ciudad hubo heridos por balas perdidas, una de las
cuales causó la muerte de una joven que se hallaba en el
patio de su casa" (3).
Entre los alemanes del Volga, había una
tradición secular que es descripta de la siguiente manera
por José Brendel, en su evocación de San Miguel
Arcángel: ‘Para Año Nuevo, existe en la
colonia una tradición multisecular, única, no en su
fondo sino en su ritual. No en cualquier parte se puede formular
el deseo de prosperidad, sino que está sujeto a un
estricto código
ancestral, sin el cual el augurio no vale nada. No es colectivo,
ni siquiera familiar, sino estrictamente personal, de cada uno,
ya frente a sus padres o amigos. Entra en la categoría de
los actos serios’. "El agraciado, con su esposa, debe estar
en su salita de recibo –Kleine Stube: sala chica- y
sentado, en actitud de potestad y con la puerta cerrada.
Después de los consabidos golpecitos de llamada y el
‘entre’ correspondiente, se presenta el felicitante
con el saludo de ‘Alabado sea Jesucristo’, y acto
seguido recita su salutación, que es de un mismo tenor
para todos: ‘Les deseo feliz Año Nuevo, larga vida,
salud, paz y unión, y después de la muerte la Vida
Eterna, y el Niño Dios en sus corazones" (4).
Los japoneses, "En las fiestas, como el Año Nuevo o
Shogatsu, donde se reúnen con familiares y amigos,
tanto se bebe un tipo especial de sake al que le atribuyen
la propiedad de
garantizar y alargar la vida, como no deben faltar el
sushi, los frutos del mar –langosta y besugo- y una
sopa que contiene pasteles de arroz gelatinoso que ‘borra
todo recuerdo ingrato del año precedente’ " (5).
Notas
Pisani, Silvia: en La Nación Revista.
Ranni, Rodolfo: "En la Puerta del Sol bajo una lluvia
torrencial", en La Nación, Buenos Aires, 12 de
enero de 2003.
Verbitsky, Bernardo: Hermana y Sombra. Buenos Aires,
Editorial Planeta Argentina, 1977.
Weyne, Olga: El último puerto. Del Rhin al Volga y
del Volga al Plata. Buenos Aires, Editorial Tesis
/Instituto Torcuato Di Tella, 1986.
Alvarez, Marcelo y Pinotti, Luisa: A LA MESA Ritos y retos
de la alimentación argentina. Buenos Aires, Grijalbo,
2000.
"Según una difundida leyenda -comenta Alejandro
Dolina-, el Carnaval fue alguna vez una fiesta popular, con
personas disfrazadas, música, baile, bromas y murgas. En
verdad, cuesta creer semejante cosa. Como quiera que sea, la
legendaria gesta ha muerto ya. Sin embargo, como silenciosas
habitaciones vacías, han quedado ciertas fechas del
almanaque a las que la terquedad general insiste en adjudicar la
condición de carnavalesca. Esos días son utilizados
no ya para festejar sino más bien para reflexionar y
añorar la ausencia de la fiesta. Se trata, según se
ve, de un curioso destino: pasar del entusiasmo a la nostalgia,
de la pasión a la meditación, de la alegría
a la tristeza" (1).
Humberto D’Arcángelo -personaje de Sobre
héroes y tumbas, de Ernesto Sábato–
añora los carnavales de
antaño. El está con Martín "en una antigua
cochera que en otro tiempo había sido de alguna casa
señorial. (…) Le señaló al fondo,
arrumbado, el cadáver de un coche de plaza: sin faroles,
sin gomas, agrietada, la capota podrida y desgarrada. (…)
Acarició la rueda de la vieja victoria. –La gran
puta –dijo con voz quebrada-, cuando venía el
carnaval había que ver este coche al corso de Barraca. Y
el viejo con la galerita, al pescante. Te garanto que daba golpe,
pibe" (2).
En 1871, ataca la peste. Escribe Félix Luna: "En enero
ocurrieron los primeros casos, pero el carnaval se aproximaba y
hasta el propio presidente se divertía jugando con agua:
¿cómo se iba a ensombrecer la alegría
popular advirtiendo el peligro que se cernía sobre Buenos
Aires?" (3).
La inglesa Agnes, abuela de María Elena Walsh, escribe
a su padre en 1878: "El próximo domingo empieza el
Carnaval y parece que será grandioso" (4).
Carlos Mauricio Pacheco evoca en su sainete
lírico-dramático en un acto Los disfrazados,
un suceso acaecido durante un Carnaval. La escena se desarrolla
en el "Patio de un inquilinato. Puerta de calle a foro y puertas laterales. A la
derecha escalera que conduce a las habitaciones altas enfrentadas
a foro y laterales por una baranda. No es el conventillo
porteño sucio y complicado. Es un patio donde el autor
toma sus apuntes de la vida popular sin necesidad de taparse las
narices. Hay en el ambiente cierto aseo, cierta limpia
alegría de día de fiesta, que no se encuentra en
las oscuras vecindades cosmopolitas. No es, pues, el conventillo
propiamente. Son unos cuantos tipos que en la tarde carnavalesca
mueven , ante los ruidos cómicos de la calle, el
respectivo cascabel interno. El todo entre paredes y entre
perspectiva de azoteas, por encima de las cuales declina el sol" (5).
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